En un movimiento que ha causado conmoción tanto en el mundo de la música como en el del marketing, Coca-Cola ha anunciado oficialmente su asociación de larga data con la ícono mundial del pop Taylor Swift. ¿El motivo? El respaldo público de Swift a Kamala Harris en la carrera presidencial de 2024, una etapa política que, según los ejecutivos de Coca-Cola, choca con los valores de la marca de “feminidad y marginalidad”.
Swift, que ha sido el rostro de la campaña de Diet Coke desde 2013, está demasiado lejos de establecerse. Pero su último respaldo la ha puesto en aprietos con el gigante de las bebidas gaseosas, que ha decidido adoptar una postura firme al cortar lazos con la estrella. Los directivos de Coca-Cola, conocidos por su firme enfoque en mantener la política lejos de su imperio de bebidas gaseosas, se han mostrado desconcertados por el impacto de la voz política de Swift.
“Hemos disfrutado de una relación muy beneficiosa con Taylor Swift durante años, pero no podemos apoyar su apoyo político”, dijo un portavoz de Coca-Cola. “Nuestra marca se trata de personas de todos los orígenes, sin importar sus creencias. Simplemente no queremos mezclar nuestro producto con la política. Vendemos refrescos, no plataformas”.
El problema comenzó cuando Taylor Swift publicó un apasionado mensaje en Instagram apoyando a Kamala Harris como la próxima presidenta de los Estados Unidos. Calificando a Harris como “la líder que necesitamos” y “una verdadera inspiración para las mujeres de todo el mundo”, la publicación de Swift acumuló millones de “me gusta” y una cantidad equivalente de controversia.
Para algunos, fue una señal de que Swift estaba aprovechando su plataforma para impulsar el cambio. Sin embargo, para los ejecutivos de Coca-Cola, era un tema político que les interesaba abordar. La compañía celebraba reuniones de emergencia con frecuencia para analizar las posibles consecuencias del respaldo, especialmente en un país que ya estaba profundamente dividido en cuestiones políticas. Cuando los ejecutivos terminaron su segunda ronda de Diet Cokes, la decisión ya estaba tomada: era hora de separarse de su atrevida y corpulenta embajadora.
“Respetamos el derecho de Taylor a expresar sus opiniones”, dijo el portavoz. “Pero como empresa que tiene clientes de todos los sectores del espectro político, debemos mantenernos neutrales. Cuando el mensaje empieza a interferir con el producto, tenemos que proteger la marca”.
Swift, siempre dispuesta a dar marcha atrás ante la controversia, respondió rápidamente (publicado). Poco después del éxito de Coca-Cola, recurrió a las redes sociales nuevamente, esta vez con una foto de ella bebiendo lo que parecía ser agua con gas, con el título que decía: “Sobreviviré sin Coca-Cola Light. Sin lo que no sobreviviré es sin seguir adelante con lo que creo”.
El mensaje fue claro: Taylor Swift no iba a permitir que una quiebra corporativa le impidiera expresar sus opiniones políticas. A través de la moda Swift, logró convertir un escenario potencialmente dañino en un momento de empoderamiento, con sus fans, conocidos como “Swifties”, inundando las redes sociales para mostrar su apoyo.
“¿Coca-Cola está criticando a Taylor por hablar mal de ella? Se lo pierden”, tuiteó un fan, junto a un gif de Swift moviendo su cabello. “Ella no los necesita. Es más grande que cualquier otra persona”.
Como era de esperar, el internet estalló en reacciones. Algunas personas se indignaron y pidieron un boicot a los productos de Coca-Cola en protesta por la decisión de la compañía de cerrar lazos con Swift. El hashtag #CokeIsCokeed comenzó a generar inquietud, y los seguidores leales de Swift prometieron cambiar a otras bebidas y criticaron a la marca por lo que vieron como una “reacción exagerada corporativa”.
“He estado bebiendo Coca-Cola Light desde que tenía 15 años, pero si no pueden lograr que Taylor se decida por lo que es correcto, cambiaré a LaCroix”, tuiteó un fan.
La reacción no se limitó a Twitter. En Instagram, TikTok y Facebook, los Swifties publicaron videos de ellos mismos arrojando tapas de Coca-Cola por el desagüe o reemplazando drásticamente los productos de Coca-Cola por otras bebidas. Un video viral incluso presentó a una persona sosteniendo una firma que decía: “No puedes deletrear ‘Coca-Cola’ sin ‘Cápsula'”, una ingeniosa indirecta a la decisión de la compañía de separarse de Swift.
Por otro lado, los partidarios de la estrategia de Coca-Cola elogiaron a la compañía por evitar un atolladero político. “Finalmente, una empresa que está dispuesta a mantenerse al margen de la política. Voy a comprar dos cajas de Coca-Cola esta semana”, publicó un comentarista, señalando que las guerras de las gaseosas apenas habían comenzado.
Si bien la decisión de Coca-Cola de distanciarse de Swift puede tener sentido en el corto plazo (evitando alienar a sus compañeros de ambos lados de la división política), plantea preguntas más amplias sobre el papel de las corporaciones en el clima políticamente cargado de hoy. Con celebridades como Taylor Swift usando sus plataformas para presionar por el cambio, a las empresas les resulta cada vez más difícil mantenerse al margen sin quedar atrapadas en el fuego cruzado.
Algunos expertos en la industria ya se preguntan si la decisión de Coca-Cola será contraproducente en el futuro. “Taylor Swift es más que una estrella del pop. Es un ícono cultural con un gran número de seguidores, y romper con ella por un respaldo político podría dañar la imagen corporativa de Coca-Cola”, dijo el analista de marketing Jamie Caldwell. “Están apostando por la marginalidad política, pero en el mundo actual, quedarse en el extranjero a veces puede ser la decisión más arriesgada de todas”.
Caldwell señaló que si bien algunos clientes aprecian la postura apolítica de Coca-Cola, otros pueden verla como una oportunidad perdida para alinearse con valores progresistas, especialmente con generaciones más jóvenes y socialmente comprometidas que impulsan gran parte del comportamiento de los clientes actuales.
La decisión de Coca-Cola de cerrar lazos con Swift ha dejado a otras marcas observando de cerca la situación, preguntándose si tendrán que tomar una decisión similar. Empresas como Nike, Apple y L’Oréal, que también se han asociado con Swift, están reevaluando sus propias estrategias.
Mientras que algunos pueden optar por seguir el ejemplo de Coca-Cola y evitar los compromisos políticos, otros pueden redoblar su apoyo a Swift, viendo su compromiso político como un reflejo de sus propios valores corporativos. Es un delicado acto de equilibrio en una era en la que las corporaciones a menudo se ven presionadas a tomar una postura frente a cuestiones sociales y políticas.
Una cosa es cierta: es poco probable que Taylor Swift se aleje de su poderosa voz política, y sus socios corporativos tendrán que decidir si están dispuestos a subirse a esa ola con ella o quedarse a salvo al margen.
Aunque perder a una pareja de largo plazo como Coca-Cola puede resultar un fastidio, es probable que Taylor Swift desacelere su ritmo. Si es así, esta ruptura corporativa puede marcar su próximo capítulo, ya sea que eso signifique encontrar una marca que esté más alineada con sus valores o dejar atrás su propio estilo de bebidas socialmente comprometidas.
Las celebridades ya están especulando sobre cuál podría ser el futuro de la estrella, y algunas sugieren que Swift podría orientarse hacia una asociación con marcas ecológicas o socialmente progresistas. Otros creen que podría ir un paso más allá y crear su propia marca, tal vez “Swift Sparkle”, una bebida refrescante y con carga política que alivie tanto la sed como el deseo de cambio social.
No importa cuál sea el próximo movimiento de Swift, una cosa está clara: su decisión de hablar sobre política puede haber afectado a su relación, pero ciertamente no es el final de su relación.
NOTA: Esto es SÁTIRA, no Trᴜe.