Mientras la atención mundial se centra en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos, los aliados occidentales de Ucrania están tratando urgentemente de reforzar las defensas de Kiev en medio de una creciente incertidumbre.
El apoyo a Ucrania podría estar en juego si Donald Trump gana las elecciones, dada su postura divergente sobre los compromisos internacionales de Estados Unidos. Esta coyuntura crítica ha llevado a los aliados occidentales, encabezados por el Reino Unido, a presionar para que se permita a Ucrania atacar territorio ruso utilizando misiles de largo alcance proporcionados por Occidente.
Durante años, Estados Unidos, el Reino Unido y Francia han proporcionado a Ucrania armamento capaz de llegar a Rusia, pero han restringido el uso de Kiev a territorio ucraniano. Su objetivo es evitar una mayor escalada, por temor a que los ataques en suelo ruso puedan provocar una represalia masiva. Sin embargo, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha argumentado que esta restricción limita la capacidad de Ucrania para defenderse. A pesar de estos argumentos, la administración Biden sigue siendo cautelosa, sopesando los riesgos y dudando de que permitir ataques más profundos cambie significativamente la trayectoria de la guerra.
Riesgos globales en aumento
Los funcionarios militares occidentales reconocen que incluso una aprobación condicional para que Kiev ataque dentro de Rusia sería una medida audaz. Sin embargo, los asesores de Biden temen que esa medida pueda provocar a Rusia y desestabilizar aún más la seguridad global.
Moscú podría tomar represalias de manera impredecible, incluyendo ataques a bases militares estadounidenses en el extranjero o armando a fuerzas hostiles, como los hutíes de Yemen, con tecnología de misiles.
A pesar de estos riesgos, el primer ministro británico, Keir Starmer, apoya firmemente a Kiev, y sugiere que la creciente presencia rusa en el frente oriental de Ucrania podría justificar pronto un apoyo más agresivo. Sin embargo, mientras continúan los debates internos sobre el “riesgo aceptable”, parece que el umbral de Washington para una mayor intervención puede haber llegado ya a su punto máximo.
Una división entre aliados
Esta divergencia entre los objetivos de Ucrania y las limitaciones de sus aliados indica posibles fracturas dentro de la coalición. Zelensky recientemente dio a conocer un “plan de victoria” en Washington, una propuesta que fue recibida con escepticismo por funcionarios estadounidenses y europeos. Si bien Ucrania aspira a recuperar los territorios perdidos, algunos aliados occidentales consideran que una victoria completa puede ser poco realista. Este desacuerdo podría eventualmente obligar a una recalibración del apoyo aliado, especialmente si Trump asume el cargo, lo que podría dejar a Ucrania sin asistencia esencial de Estados Unidos.
La precaria línea de vida occidental de Kyiv
Mientras los aliados de Ucrania sopesan los riesgos y se preparan para la posibilidad de un cambio de la política estadounidense, Kiev se enfrenta a un futuro cada vez más incierto. Incluso bajo el gobierno de Biden, Estados Unidos ha mantenido una actitud cautelosa y calculada para ayudar a Ucrania, equilibrando el apoyo con una posible escalada con Rusia. Para Ucrania, la posible pérdida del respaldo estadounidense bajo el gobierno de Trump podría significar el fin de un apoyo occidental significativo, lo que obligaría a reevaluar lo que realmente puede significar una “victoria”.
En un contexto de creciente presión y riesgos globales, tanto Ucrania como sus aliados enfrentan decisiones difíciles sobre cómo podría concluir este conflicto. En este tenso período preelectoral, lo que está en juego